viernes, 29 de septiembre de 2017

¿Hacia un “Catastro Nacional”?

La colocación de comillas en el título corresponde porque tal Catastro Nacional no existe institucionalmente, dado que en Argentina la competencia en la materia es una facultad reservada de las Provincias.

Lo cierto es que ya se ha manifestado la necesidad del Gobierno Federal de tender un puente entre todas las “islas" de datos catastrales, para procurar un acceso integrado a dichos recursos de información y contar con una base de datos territorial de base parcelaria única que permita tomar decisiones, más allá las restricciones impuestas por los límites jurisdiccionales.

A esta altura, sin embargo, lo que parece no estar definido es el camino seguir para concretar la iniciativa de contar con un Catastro Nacional.

Como sucede con la gran mayoría de proyectos relacionados con la Administración del Territorio en todo el mundo, si bien la oferta de soluciones y plataformas tecnológicas es variada como para ofrecer respuestas a cada uno de los problemas relacionados con la gestión de activos de información dentro de entornos en los que participan varios organismos dispersos espacialmente, los obstáculos que cuentan son a nivel de la gestión organizacional e institucional.

La primera pregunta a responder entonces es: ¿quién se “hace cargo” del Catastro Nacional, ¿un Organismo Federal independiente?, ¿el Consejo Federal del Catastro?, ¿una Agencia Coordinadora administrada o regulada por dicho Consejo?.

El segundo punto a considerar es la preparación de una “hoja de ruta” o plan estratégico que tome en cuenta los aspectos políticos, económicos, tecnológicos y, sobre todo, los requerimientos de los organismos Nacionales, que serán los principales usuarios de los datos que generen los Catastros, observando el contexto particular de esta iniciativa.

Una tercera cuestión es: ¿cómo van a ser presentados los conjuntos de datos de las diferentes Provincias?, ¿es necesario estandarizarlos o armonizarlos?, ¿qué aspectos de los conjuntos de datos hay que poner en común?, ¿sólo se ofrecerían los datos que sean indispensables o datos mínimos?, ¿es necesario generar accesos diferenciados para visualizar datos de carácter personal?, ¿qué perfil de geo-servicios poner a disposición de las administraciones públicas?, ¿qué perfil de geo-servicios poner a disposición de todos los ciudadanos?, ¿es necesario homogeneizar identificadores?, esto es desarrollar un sistema de nomenclatura catastral nacional. Claro que todo depende de cómo se pretendan utilizar los datos o en que aplicaciones, lo que perfilará en definitiva cual será el nivel de ambición a dar a la integración de los datos de los Catastros Provinciales.



Un cuarto problema a abordar son las asimetrías que derivan de si los datos catastrales que están disponibles se encuentran:
  • en formato papel,
  • como datos digitales pero solamente alfanuméricos,
  • como datos digitales alfanuméricos y gráficos separados,
  • como datos en formato SIG pero con cobertura parcial sobre el territorio, y
  • como datos en formato SIG con cobertura total sobre el territorio pero desactualizados.

Digamos que el caso ideal sería que la Provincia dispusiera de los datos en formato SIG con cobertura total sobre el territorio, y sobre los cuales se apliquen procesos que hagan a su sostenibilidad para mantener la actualidad de los datos administrados.

Existen asimismo otros problemas más asociados a cuestiones técnicas, pero no por ello menos importantes, que hay que tomar en cuenta como:
  • adoptar un marco de referencia geodésico común (POSGAR 07),
  • desarrollar los metadatos de los conjuntos de datos que se pongan a disposición, 
  • especificar umbrales de calidad mínima y deseable respecto a datos completos, exactitud posicional y consistencia lógica,
  • disponer de un modelo de representación gráfica estandarizado (simbología), y
  •  trabajar en el mejoramiento continuo de la calidad de los datos, entre otros aspectos.

Volviendo sobre el cuarto problema, podrán advertirse las nuevas oportunidades que esta iniciativa traería consigo, sobre todo y particularmente, para aquellos Catastros que se encuentran más rezagados o con determinados problemas en la gestión y actualización de datos. De modo que una necesidad del Gobierno Nacional puede transformarse en una coyuntura sumamente favorable para cubrir los déficits existentes en materia de administración de datos en Sistemas de Información Territorial para, en definitiva, ir “cubriendo los huecos” del mapa Catastral del país, a través de acciones conexas y complementarias que procuren la integración de datos gráficos y alfanuméricos, el completamiento y la actualidad de los datos, o directamente el desarrollo de sistemas y datos digitales en aquellas Provincias que resulte necesario.

Sin duda que estamos frente a un gran desafío, a un inmenso rompecabezas difícil de armar, pero esto no debería ser un obstáculo. En cambio y por lo que comentamos precedentemente, dichas limitaciones deberían verse como una oportunidad para poner a los Catastros al servicio de la planificación y realización de políticas públicas a escala nacional. Es de esperar que la madurez, la racionalidad y la planificación a mediano y largo plazo de las instituciones, convierta en una realidad el Catastro Nacional.

Los signos de pregunta pueden encerrar dudas, pero también posibilidades concretas de realización, y los problemas a enfrentar por las sociedades modernas vinculados al cambio climático, las emergencias, el medio ambiente y la planificación de obras públicas de carácter regional no reconocen fronteras, por lo cual un Catastro Nacional que sea algo más que la suma de cada uno de los SIT Provinciales, aparece en el horizonte como una interpelación.

Fuente consultada:

Consejo Federal del Catastro (2017). Documento propuesto por el Consejo Federal del Catastro al Ministerio del Interior para la creación de la Agencia Nacional de Catastro,

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